10 octubre, 2023
La Salud Mental como responsabilidad colectiva

Los problemas de salud mental están siendo cada vez más reconocidos como las principales causas de la carga de morbilidad a nivel global (GBD, 2019).  Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la depresión es la principal causa de problemas de salud y discapacidad en todo el mundo. Las últimas estimaciones indican que más de 300 millones de personas viven con depresión y alrededor de 800.000 suicidios se producen cada año, siendo la segunda causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años de edad. 

Los determinantes de la salud mental y de los trastornos mentales incluyen no solo características individuales tales como la capacidad para gestionar los pensamientos, emociones, comportamientos e interacciones con los demás, sino también factores sociales, culturales, económicos, políticos y ambientales, tales como las políticas nacionales, la protección social, el nivel de vida, las condiciones laborales o los apoyos sociales de la comunidad.

En muchos países de nuestra región, las personas que actualmente enfrentan problemas de salud mental se ven limitadas en su acceso a la atención y a servicios de calidad. Incluso persisten prácticas que atentan contra la dignidad y el cuidado, siendo la cobertura con un tratamiento eficaz extremadamente baja.

 

 

 

En el Día mundial de la Salud Mental, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) propone celebrar la salud mental como un derecho humano universal apelando al compromiso global. 

 

 

Tecnologías para la salud mental 

En un reciente  informe del 2022 (OMS) se pone de relieve –a partir de las últimas evidencias disponibles, presentando ejemplos de buenas prácticas y haciéndose eco de experiencias personales– aspectos claves y los cambios necesarios en el abordaje de la salud mental y la mejor forma de proceder en ellos. Centradas en cambiar las actitudes frente a la salud mental, dar respuesta a los riesgos y fortalecer los sistemas de atención, se formulan tres ‘vías de transformación’:

  1. Profundizar en el valor y el compromiso que le atribuimos. Incluyendo temas como asignación de presupuesto, compromiso político y de la sociedad, sistemas de información y seguimiento.
  2. Reorganizar los entornos que influyen en la salud mental, como los hogares, las comunidades, las escuelas, los lugares de trabajo, los servicios de atención o el medio natural.
  3. Reforzar la atención cambiando los lugares, modalidades y personas que la ofrecen y la reciben. Redes comunitarias, servicios integrados, diversificación y ampliación de las opciones de atención basadas en la evidencia con trabajadores no especializados, entre otras.

En este último punto se reconoce el valor de las tecnologías para la salud mental, se recogen buenas prácticas y experiencias, y se sistematiza su aplicación en: 

  • Tecnologías digitales para informar y educar a la sociedad
  • Tecnologías digitales para capacitar al personal de salud 
  • Tecnologías digitales para apoyar a prestadores no especializados 
  • Tecnologías digitales para la atención a distancia (Telesalud mental)
  • Tecnologías digitales para la autoayuda 

No obstante los riesgos, las tecnologías digitales pueden contribuir sustancialmente a los esfuerzos nacionales para lograr la cobertura universal de salud mental. En todos los casos, las intervenciones digitales deben estar guiadas por principios éticos y aplicarse de acuerdo con los códigos de conducta profesionales. 

Las principales cuestiones de interés son la evidencia científica en las que se apoyan,  la privacidad, la protección de datos, la seguridad y la responsabilidad . La disponibilidad,  la equidad y la educación digital de la sociedad también son cuestiones ineludibles.

 

Desafíos para los/as profesionales 

La incorporación de la tecnología en el ámbito de la salud mental presenta una serie de retos significativos para los/las profesionales, siendo la alfabetización digital uno de los más importantes

Adquirir habilidades y competencias digitales exige, aparte de conocer el funcionamiento de herramientas y recursos, manejar criterios de selección y uso, conocer la evidencia y eficacia que los soportan, y comprender las implicancias éticas.  Es precisa una actualización en la currícula a nivel de grado, y en el código de ética y deontología profesional que incorpore de manera transversal estos aspectos. 

Otro de los retos gira en torno a la investigación en el campo de la salud mental digital. No solo en cuanto aspectos de diagnóstico, tratamiento o soluciones digitales, sino también en el impacto de las tecnologías en las nuevas configuraciones subjetivas, en la experiencia, el desarrollo integral de las personas y los vínculos sociales. Es imperiosa la necesidad de contar con profesionales que puedan acompañar y orientar en la integración de la tecnología a la vida cotidiana. 

El actual panorama también abre nuevos perfiles y campos de inserción profesional. La ciencia de datos está revolucionando la forma en que entendemos y abordamos los desafíos de salud, y, sin embargo, en el campo de la salud mental, los avances aún son incipientes. El estudio de biomarcadores en la psiquiatría de precisión auspician la posibilidad de personalizar los tratamientos, monitorizando eficacia y seguridad. 

Esto plantea preguntas inquietantes acerca de la vigilancia y la intrusión del fenotipado digital en este campo y los umbrales arbitrarios entre lo normal y lo patológico. En los modelos explicativos aparecen riesgos de reduccionismo, descontextualización o individualización en términos de responsabilidad. 

Desde la mirada ética se requieren profesionales capacitados para evaluar, auditar, y contribuir al desarrollo de soluciones digitales que incorporen las herramientas de fenotipado velando por la transparencia y la mitigación de los sesgos de los algoritmos, la responsabilidad, privacidad y seguridad de los datos. 

Todos ellos son ítems que nos llevan a continuar formándonos, reflexionando y debatiendo acerca de usos actuales y potenciales de la tecnología. Ante semejante panorama de la salud mental a nivel global, el llamado es a involucrarnos. 

Desde TISAC reafirmamos nuestro compromiso global para crear conciencia, promover el acceso equitativo, eliminar estigmas y asegurarnos de que todas las personas, sin importar sus desafíos de salud mental, puedan vivir vidas plenas y dignas. 

 

Lucila es Lic. en Psicología. Diplomada en Estudios Interdisciplinarios en Género. Especialista en Psicoterapia integrativa con orientación cognitiva. Máster en eHealth: Tecnologías de la Información y Gestión Sanitaria. Actualmente realizando la especialización en Cuidados Paliativos con orientación en Salud Mental. Cuenta con experiencia en investigación, gestión y docencia en el abordaje de enfermedades crónicas, crónicas avanzadas y etapa final de vida. Equipo técnico en comunidad de pacientes Parkinson Argentina. Miembro y docente en el Capítulo de Salud Mental Digital de la AASM (Asociación Argentina de Salud Mental). Consultora en Co-Salud. Conectora de TISAC 

 

Foto de Ümit Bulut en Unsplash